Redención

El momento en que te encuentras ausente, sin querer decir mucho por si lo que acaba resultando es peor que el propio silencio. Y sin querer pensar demasiado por si las conclusiones son más tristes que las propias hipótesis. Y con ese equilibrio que pretendo que exista entre lo malo y lo peor estoy durante días vagando, creyendo que con el paso del tiempo las dudas serán menos pero sabiendo que cuanto más dura la incertidumbre, menos espacio quedará para la calma.
Hasta dónde pueden llegar las teorías fruto de nuestra mente. Cómo evitar descubrir la verdad a sabiendas de que va a ser peor que la ignorancia, y aún así rogar que nos la cuenten. Y es que hace mucho tiempo que dejó de servir eso de como trates serás tratado. Cuando llevas mucho tiempo recibiendo golpes a cambio de buenas intenciones te das cuenta de que hay algo que ha dejado de funcionar. Hasta que llega el punto en que te das cuenta de que quizás la solución a tanto dolor sea convertirte en todo aquello que odias. Pasar al hombro contrario, del cielo al infierno. Y empezar a repartir todo el dolor que llevas dentro, acumulado desde hace mucho tiempo y con ganas de tomar la justicia por su mano. 

Quizás el resultado a todo ello sea mucho peor en comparación con el infierno interior personal. Pero es que hemos llegado a ese punto en que distinguirlos resulta casi imposible. Y sólo queda rezar y esperar que cuando la calma llegue por fin a nuestra mente hayamos conservado al menos un poquito de corazón. 

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